Caminemos con las espaldas pegadas y los brazos entrelazados. O avancemos con las manos, haciendo el pino. O hacia atrás, apoyando solo los talones. O arrastrando todo el cuerpo por el suelo. O de cuclillas...
Hagámoslo como nos dé la gana. Pero caminemos juntos, sin que nadie pueda interponerse con su normalidad.