domingo, 19 de febrero de 2012

Perfección


El refugio de tus manos
me hace daño cuando pienso
que es abismo y no refugio.

El calor de tu mirada
es más frío que el invierno
cuando pienso que no es mío.

El perfume de tus labios 
me envuelve cuando me besas,
me persigue cuando vienes,
le persigo cuando marchas.

Y así me paso la vida
buscando en ti mi refugio
y poseer tu mirada
y que tus labios me envuelvan
y que el mundo ya no gire
para pararse a mirar
cómo aquel que osó decir
que la perfección no existe 
ahora viéndonos aprecia
que no hay mayor perfección
que el saber que tú me dañas.

Me dañas por ser y no estar
porque aún sin estar, eres
porque si no estás, no soy.

Pero, amor, aquí me tienes
dispuesto a rogarte el daño
porque ya no soy sin él
y es eso lo que es perfecto:
el saber que aunque me hieras
solo tú, vida mía
puedes curar mis heridas.

Es perfecto que me hieras
curándome con tus besos.
Es perfecto que me cures
hiriéndome con tus labios.
Es perfecto cada instante
en el que estoy a tu lado
y todo se desvanece
quedando juntos tú y yo
solamente acompañados
por esta dulce perfección.