domingo, 19 de febrero de 2012

Perfección


El refugio de tus manos
me hace daño cuando pienso
que es abismo y no refugio.

El calor de tu mirada
es más frío que el invierno
cuando pienso que no es mío.

El perfume de tus labios 
me envuelve cuando me besas,
me persigue cuando vienes,
le persigo cuando marchas.

Y así me paso la vida
buscando en ti mi refugio
y poseer tu mirada
y que tus labios me envuelvan
y que el mundo ya no gire
para pararse a mirar
cómo aquel que osó decir
que la perfección no existe 
ahora viéndonos aprecia
que no hay mayor perfección
que el saber que tú me dañas.

Me dañas por ser y no estar
porque aún sin estar, eres
porque si no estás, no soy.

Pero, amor, aquí me tienes
dispuesto a rogarte el daño
porque ya no soy sin él
y es eso lo que es perfecto:
el saber que aunque me hieras
solo tú, vida mía
puedes curar mis heridas.

Es perfecto que me hieras
curándome con tus besos.
Es perfecto que me cures
hiriéndome con tus labios.
Es perfecto cada instante
en el que estoy a tu lado
y todo se desvanece
quedando juntos tú y yo
solamente acompañados
por esta dulce perfección.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Tiempo incómodo



Y ahí seguía esa antigua cómoda, corrompida por lo años. Parecía triste y desentonaba del resto de los muebles, más modernos y sofisticados. Desde su soledad, observaba las vidas que pasaban ante ella y que, tarde o temprano, acababan desapareciendo. Sus delicadas piernas daban la impresión de no aguantar más el peso de los años. Pero ahí seguía esa vieja cómoda, solitaria e impasible. Ahí seguía y seguiría siempre, pues para la señora Gertru no era una cómoda cualquiera: era el espejo de su alma.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Libertad


Caminemos con las espaldas pegadas y los brazos entrelazados. O avancemos con las manos, haciendo el pino. O hacia atrás, apoyando solo los talones. O arrastrando todo el cuerpo por el suelo. O de cuclillas...
Hagámoslo como nos dé la gana. Pero caminemos juntos, sin que nadie pueda interponerse con su normalidad.

sábado, 1 de octubre de 2011

Azul


Estoy aquí, frente a él. Me acaricia los pies tímidamente. A veces para, creo que no se atreve a seguir. Sabe que me ha hecho daño. Sabe que me está haciendo perder el juicio. Pero luego vuelve a deslizarse sobre mis piernas. Algo es extraño. Todo es extraño. Le veo a él pero, ¿es él? Sus ojos azules me atraen como nunca lo habían hecho. Siento que no puedo dejar de mirarlos. Me estoy volviendo loco. Sus ojos siguen aquí, frente a mí. Me llaman. Le amo, le amo con locura y con dolor. No es cualquier dolor, es punzante y mortal. Pero, ¿importa eso? Es amor. No puedo resistir. Me iré con él. Me entregaré a él. Le miro a los ojos y ya no veo nada más. Sólo el azul de su mirada que me envuelve. No sólo lo veo, también puedo sentirlo. Siento el azul en mi cuerpo, y ya es irremediable, formo parte de él. Su mirada termina de invadir mi cuerpo y yo levito. No puedo respirar. Ya no opongo resistencia. Es inútil. Soy suyo. Me dejo llevar por él. Azul. Todo es azul. Por todas partes. Azul.

miércoles, 6 de julio de 2011

Miedo


Sabía perfectamente cuál era el camino a seguir para alcanzar su meta. La veía allí, a lo lejos, casi a su alcance. Pero la oscuridad del camino hizo que, en cambio, decidiera quedarse para siempre donde estaba, pensando en lo que podría haber hecho, en lo que podría haber sido de su vida...pensando en que, tal vez, hubiese merecido la pena sufrir la oscuridad para alcanzar la luz.

jueves, 30 de junio de 2011

Amor a domicilio


Alicia no podía más. Ya era socia de dos videoclubes y tres revistas. Había comprado tres enciclopedias temáticas y se había adscrito a un colectivo cristiano llamado "la Luz de la Senda". Eso último fue el remate final. Ella, Alicia, una atea convencida de sus principios, se había unido a lo que ella consideraba una secta sólo para probar suerte con el joven "relaciones públicas" que había ido a su casa con un folleto que daba un mal rollo de tres pares de narices. Pero, una vez más, no consiguió nada. Estaba a punto de denunciar ante el Tribunal Superior de Justicia a todas las empresas que mandaban a buenorros a su casa, los cuales eran culpables de que ahora formara parte hasta de una cooperativa agrícola con sede a doscientos kilómetros de su casa. Y, lo peor de todo, seguía sin haberse llevado a la cama (o a cualquier otro mueble/electrodoméstico medianamente cómodo) a ninguno de los comerciales que habían ido a su casa.

Sin saber si se debía a la desesperación o a que durante años había ocultado su verdadero ser, Alicia descubrió de pronto que era lesbiana, todo ello en una situación muy común (mientras expulsaba por orificios varios, con su amiga, entre dos coches, las ocho copas que se había metido entre pecho y espalda). Sí, pertenecía a ese grupo de bolleras a las que ella tanto odiaba por tener lo peor de los hombres y de las mujeres. Pero, prejuicios aparte, Alicia consiguió superar su adicción por los guapos vendedores chupasangre y hallar la felicidad con una mujer. Ahora está felizmente casada con Carla, una bella joven a la que conoció frente a una Iglesia y que es distribuidora a domicilio de productos cosméticos. Ironías de la vida...

Paradójico amor


Mientras las suaves formas de tu cuerpo se difuminaban en la creciente distancia, mi alma se encogía, mis rodillas se debilitaban. Me faltaba el aire. Me sobraba el vacío. Tus pies seguían su lento recorrido. Lento, muy lento, como esperando a que mi débil voz les ordenara que parasen y volvieran. Te ibas porque yo así lo había decidido. Porque era lo que yo quería... supongo. Apenas te distinguía, ni la distancia, ni la oscuridad, ni las lágrimas que me cegaban ayudaban a verte con claridad. Entonces sólo pude gritar, esperando que no fuera demasiado tarde: ¡Vuelve!

Y fue en ese preciso momento cuando decidí vivir para siempre con el dolor de tu compañía, consciente de que sería más soportable que el vacío de tu ausencia. Al fin y al cabo, sólo tú eres capaz de calmar el dolor que en mí provocas. Paradojas del amor...